¿Qué es lo que observamos cuando observamos? En principio, la respuesta es sencilla: como científicxs sociales, han de interesarnos la sociedad, las personas, sus artefactos. Sin embargo (y aquí es donde la respuesta comienza a complicarse) la forma en la que nos aproximamos a ellos puede variar muchísimo dependiendo de la disciplina en la que ejercemos o nuestras corrientes teóricas favoritas.
Para empezar, los distintos métodos y técnicas de investigación en las ciencias sociales privilegian ciertos aspectos de la información. Por ejemplo, la palabra en las entrevistas o la descripción detallada de una situación, un lugar o un encuentro. La antropología, la sociología, la psicología social y demás disciplinas tienen sus metodologías de cabecera y sus focos de atención delimitados a ciertos aspectos de la realidad.
Este texto es una provocación para escapar de las barreras disciplinares no solamente en términos teóricos o metodológicos, sino en la concepción misma de lo que significa hacer investigación de lo social. Para esto, considero que dos conceptos de uso común en las artes pueden ayudarnos a reflexionar sobre aquello que puede quedar fuera de la descripción o, mejor dicho, fuera de la palabra y que igualmente forma parte de la experiencia de investigación: aquella atmósfera o forma de lo social que se descubre no solamente al hablar sobre ella, sino simplemente al estar allí.
El primer concepto es la estética. Usado por primera vez en el Siglo XVIII para describir la percepción y la sensación humanas, este término originalmente no excluye por completo a la razón, sino que la incluye de manera confusa: interpenetrada e inseparable de lo sensorial.
Una definición más contemporánea la describe como la forma en que nos comunicamos a través de los sentidos, como aquellas relaciones creadas a partir de la imagen y el sentimiento de las personas, los lugares y las cosas, relaciones que son distintas de aquellas creadas con palabras. Es decir que en términos sencillos la estética puede definirse como una forma de vivir y una forma de relacionarse.
La confusión estética descrita hace ya algunos siglos, es decir, la unidad de la pluralidad, es una forma de claridad y perfección. Como diría Terry Eagleton: es así que un poema es la forma perfecta de un discurso juicioso.
El segundo concepto es la poética. La creación de algo que antes no existía, la poiesis, es el objetivo de toda práctica investigativa. Michel Maffesoli encuentra poéticas cada vez que observamos la realidad (urbana, en este caso): Las poéticas urbanas se hacen posibles gracias a la familiaridad y naturalidad entre los espacios y lxs observadorxs, naturalidad que no es exclusiva de lxs sociólogxs.
Aquella atmósfera o forma de lo social que excede a las palabras se encuentra allí, a la mano en la vida cotidiana, dentro y fuera de nuestros proyectos de investigación. La incorporación de la estética y la poética en la investigación social se trata, entonces, de aguzar la mirada, el oído, la atención plena y el sexto sentido. Se trata de darle lugar a la sensación y la razón simultáneamente, sin privilegiar una sobre otra.
Este proceso y sus resultados serán distintos para cada investigadorx, en función de sus propios intereses y objetivos. Necesariamente implicará un cambio de actitud: una postura frente a la realidad caracterizada por la apertura a la confusión y la complejidad, aunque puede ir más allá. En mi caso, la estética se ha convertido en una preocupación general que se refleja no sólo en la forma de aproximarme a la realidad, sino en la forma misma de definir los problemas a observar.
Seguramente la observación por sí misma sea un ejercicio estético y la escritura un ejercicio poético, a pesar de que la distinción binaria entre arte y conocimiento se haya encargado de oscurecer sus vínculos. Esta provocación surge de la intención de deslindarnos de las connotaciones positivistas asociadas al término ciencia en las ciencias sociales. Quizás también de aproximarnos más a las connotaciones de labor disciplinada, de práctica constante, de apertura y de oficio asociadas a las artes. Convertirnos en estetas o poetas no significa alejarnos de nuestras disciplinas, al contrario: observemos y escribamos como artistas para fortalecer nuestra labor como científicxs sociales.
Eagleton, Terry (2006). La estética como ideología. Trotta.
Maffesoli, Michel (2007). En el crisol de las apariencias. Para una ética de la estética. Siglo XXI.
Postrel, Virginia (2004). The substance of style. How the rise of aesthetic value is remaking american commerce, culture and conciousness. Harper-Collins.