Una escena común: una o un estudiante debe entregar para la siguiente semana un ensayo para su evaluación parcial, los requisitos son que el texto incluya reflexiones personales sobre los temas vistos en clase, citas y referencias en APA 7 y que las fuentes de información sean exclusivamente textos académicos. La o el estudiante abre Word y comienza a escribir de golpe todo lo que viene a su cabeza, copia y pega algunas frases que le parecen interesantes, pone entre paréntesis el nombre de la persona autora y una fecha, una vez alcanzado el mínimo de páginas lo guarda y lo envía inmediatamente para resolver el siguiente trabajo.

El día de la evaluación revisan su texto, su calificación fue de 8. Notó que su trabajo tenía faltas de ortografía y redacción, sin embargo no afectaron gravemente su promedio, no hay nada de qué preocuparse. Si la o el profesor asentó esa calificación significa que no debe escribir tan mal.

La dinámica de escribir de un plumazo y olvidarse del asunto es bastante común, pero esconde un problema complicado: nuestra incapacidad para atender los detalles, para entender nuestra forma de pensar y en esencia, de preocuparnos por tener un compromiso por hacer las cosas bien desde el inicio. Este es un buen momento para señalar que esta situación no puede resolverse únicamente llamando la atención de lxs estudiantes, su única equivocación ha sido aprender las estrategias para obtener una buena calificación. Notaremos entonces que las y los profesores así como las instituciones educativas tienen un papel importante en este complicado juego de jerarquías y relaciones de poder.

En un post anterior habíamos mencionado el concepto de artesanía: Sennett (2006) considera que hemos perdido la capacidad para pensar cómo resolver problemas, en cambio asumimos una mentalidad de consumidor: «tengo este problema ¿a quién puedo pagarle para que lo resuelva rápidamente?». El consumidor no está dispuesto a abandonar su comodidad, en parte porque no hay tiempo -igual que nuestrx estudiante que termina un trabajo para comenzar otro inmediatamente-, pero también porque las instituciones que nos rodean no asumen ningún compromiso con las personas mas que el de entregar resultados… a toda costa. Vivimos en un tiempo en que la gente tiene serias dificultades para hacer las cosas bien, en consecuencia dejamos de lado la oportunidad de desarrollarnos a un nivel humano elemental: el aprendizaje como un efecto de transformación personal.

Este ejemplo es paradigmático porque refleja una especie de simulación del aprendizaje. Aunado a esto, Sennett (2018) pone sobre la mesa una situación a la que se enfrenta casi cualquier profesor o profesora en la actualidad: «temeroso de aburrir a los estudiantes, ansioso por presentar estímulos siempre distintos, el maestro ilustrado evitará la rutina» (p. 54). ¿Le suena conocida la anécdota de la o el estudiante que quiere aprender de formas más «dinámicas», lo que sea que eso signifique?

La realidad es que buena parte de las cosas que aprendemos necesitan ser repetidas de forma sistemática y constante, al punto en que ese saber se hace tácito e implícito. Escribir un ensayo, por ejemplo, significaría elaborar un borrador, estructurar las ideas, leerlo, revisar si lo escrito transmite lo que pensamos, reescribirlo, leerlo nuevamente y repetir el proceso cuantas veces sea necesario. Al menos hasta que la persona autora logre transmitir con claridad la idea que tiene en mente. Hay aspectos técnicos que deben ser abordados: las formas específicas de citación, referenciado, los procesos de búsqueda, organización y construcción de archivos de información, etc., pero nada de esto sirve si lo pensamos como tareas individuales. De tal manera que la construcción de un ensayo requiere la repetición de una serie de procesos menos evidentes, donde lo difícil de enseñar es la integración de todos estos elementos en un solo movimiento. Mi sospecha es que nos resulta difícil enseñar esto porque hay una larga tradición de escritura académica basada en el trabajo solitario, lo que dificulta que entendamos cómo lo hacen otras personas.

La repetición es asumir que los errores producirán ideas y soluciones nuevas, que tendremos que modificar o adaptar lo que sabemos para encontrar detalles ahí donde antes no notábamos nada. Sennett (2018) explica que cuando nos negamos a atravesar el proceso de repetición para aprender algo estamos evitando entender nuestro propio pensamiento basado en las prácticas arraigadas y modulándolas desde nuestras propias necesidades. Lxs profesorxs que no estimulan la reflexión a partir de la repetición enseñan simultáneamente algo más atroz: que no vale la pena preocuparnos por los detalles sino por entregar resultados a como de lugar.

Bibliografía

Becker, H. y Richards, P. (2011). Manual de escritura para científicos sociales : cómo empezar y terminar una tesis, un libro o un artículo. Buenos Aires: Siglo Veintiuno Editores Argentina.

Sennett, R. y Galmarini, M. (2006). La cultura del nuevo capitalismo. Barcelona: Editorial Anagrama.

Sennett, R. (2018). El artesano. Barcelona: Anagrama.

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